16/03/2009 8:17:12
Corrida
De luces y atuendos esperan en el ruedo,
con pases, muletazos se calientan en la arena,
tercios de varas, banderillas, estocadas,
disponen en el callejón,
esperando el ritual de la faena.
Con atuendo Español, sombreros elegantes,
alrededor la muchedumbre impaciente espera.
Risas, cánticos y olor a vino,
se esparce por la arena,
por esos gustos de lo que es trágico.
El miedo a la embestida es transitorio,
persistente, imperecedero esperan,
la sonata inmortal de la corrida,
como un susurro en el ruedo
esperan lidiar como un Belmonte.
Resplandeciente, como un rayo de luz,
serena, silenciosa la nieve del Ruiz
a los lejos se divisa,
como si fuera una cacerina,
como si fuera primera verónica del día.
Todo es alegría en la plaza.
La Virgen Macarena la visten de luces,
la engalanan de inciensos y flores,
en sus plegarias con devoción y amor sueñan,
con claveles y aplausos en el ruedo
y suerte en la faena de la tarde.
Surge de las montañas frías,
como un Goliat,
tenue, armoniosos de hechura,
bajito, fino al correr,
hondea sus cuernos,
escarba, retroceda, huye,
con brío, con coraje el animal.
El hombre se enfrenta,
con arrojo y coraje al son de un pasodoble,
una cacerina, una verónica en cada paso,
banderas ensangrentadas el toro luce,
presenta la muerte en cada estocada,
cada embestida es su agonía,
puyas, descabello recibe hasta la muerte.
Se escucha un silencio misterioso,
un cortejo de caballería lo pasea,
al son de una nostálgica mirada de lo trágico,
solo huellas en la arena dejas
y en sus ojos tristones refleja
la amargura alegre de los te elogiaron
de lo que ni supo que paso.