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Historias Cotidianas VIII (ocho)

Tenía un alma romántica

le encantaba la poesía

pero se disfrazó de paradoja

y se hizo detective de homicidios

(quizás por su afán de superhéroe)

y en su día a día

tenía muy poco de amor y mucho de dolor

dolor cotidiano que se incrustaba en sus carnes

y que intentaba mitigar en sus horas de ocio

dolor que no quiso compartir con nadie

y se aferró a su soledad.

 

Muchas veces intentó escribir sus sentimientos

pero las letras no eran su fuerte

se convertían en estadísticas

se contaminaban con la oscuridad de sus vivencias

recurrió a las palabras ajenas

y disfrutó del regalo que estas le hacían.

Jueves a jueves se iba al bar

y allí

cerveza en mano

desde el ordenador disfrutaba de su pasatiempo favorito

(otros veían el fútbol

o comentaban las noticias)

y durante años de practicar su hobby

se identificó con el decir de un poeta

nunca supo quién era

pero sus poemas hacían volar su alma

y en ellos

halló un escape a su dolor.

 

Una tarde de tantas heredó un caso

rutinario -le dijeron -

un hombre viejo había muerto

su cuerpo solitario yacía en la morgue municipal

un sin nombre

un sin techo

un sin hogar

un sin familia...

sólo alguien que había pasado por la vida

y en apariencia no dejaba huella alguna

un caso sin relevancia

apuró los trámites

(era jueves)

y pidió sus pertenencias para el archivo...

 

Entonces la sorpresa

socarrona

decidió divertirse a su costa

y cuando requisaba los tesoros personales

de aquel hombre sin nombre

los vio...

en un sobre amarillo

desgastado por los años

los originales de sus poemas predilectos

¡sus poemas!

parecían reírse de su asombro...

¿Quién era aquel hombre?

¿Cómo...?

la confusión lo dominaba...

¿Cómo era posible?...

allí

en aquella fría mesa de la morgue

en aquella soledad inmerecida

yacía la única constante de su vida

la única luz que conocía...

una lágrima rebelde cruzó su rostro

aquel rostro endurecido de tantos horrores

y lloró

como quién llora a un ser amado

como quién llora una pérdida absoluta

lloró...

el único homenaje

que aquel poeta anónimo

recibió a su muerte

y

tal vez

a su vida.

 

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