nelida anderson parini

NOCHE DE CARNAVAL.

Negro hilito organizado,

marchando a paso marcial,

hormigueo acompasado,

camina al cañaveral.

Destacamento ordenado,

avanzando por igual,

trabajador esmerado,

serpentea el matorral.

Verolís es divisado,

así anuncia el general.

Para iniciar el talado,

sólo aguardan su señal.

Con su objetivo logrado,

repta, en regreso ritual,

fino hilo ahora emplumado,

cargando su aporte anual.

Camina siempre ordenado,

se acercan al cafetal.

En el estanque poblado,

hay conmoción general.

Un abejón enojado,

a todos los trata mal…

El ambiente es agitado,

es noche de carnaval.

Un renacuajo asustado,

ha ensuciado su pañal,

doña sapa lo ha notado,

y corre hasta su portal…

El estanque coronado,

de belleza natural,

luce todo acicalado,

esperando el carnaval.

Las abejas han donado,

las delicias del panal,

con tesón elaborado,

para ocasión especial.

El aire se ha perfumado,

de aroma primaveral.

Un grillo, traje planchado,

dirige ceremonial,

al coro recién llegado,

con que abrirá el recital,

la orquesta, tono afinado,

afianza su pedestal.

Ya está todo preparado,

para ensayo general…

El desfile encabezado,

por carroza de cristal.

En ella viene sentado,

felizmente el mariscal,

un viejo sapo dorado,

el orgullo regional.

Con su sombrero de lado,

saludando por igual,

con sonrisa, entusiasmado,

sabe mostrarse jovial.

Pícaro sapo dorado,

sonrisa alegre y cordial…

Doña sapa se ha tardado,

con el cambio de pañal,

y por eso se ha quedado,

mirando desde el portal.

A su marido ha pillado,

gesticulando anormal.

El sapo no lo ha notado,

y sigue enviando señal,

saludando emocionado,

simpatiza sin rival…

La sapa se ha enojado,

se levanta el delantal…

Suda el sapo acongojado,

sabiendo que le ira mal…

Sonríe el sapo apenado,

siente en su pecho puñal,

que el corazón le ha clavado,

desde el momento inicial.

Con  su pulso acelerado,

logra llegar al rosal…

Lugar antes acordado,

como destino final…

Hasta ahí llegó el reinado,

del dichoso mariscal…

Se dirige apresurado,

al estrado principal,

ya sus planes han cambiado,

se aproxima un vendaval…

Triste sapo sonrojado,

suspira en su ventanal.

Por ladino y descarado,

se ha perdido el carnaval.

En su casa se ha quedado,

derroche primaveral,

al renacuajo abrazado,

palmotea su pañal,

el pequeñín ya cansado

sueña con ser mariscal…