¡Con qué tierno amor,
amor de niño inocente,
empalidecía mi frente
entre gotas de sudor;
alimentando mi fantasía,
de esperanzas futuras,
de luz y de poesía,
A veces recuerdo,
con precisión certera,
que en mi edad primera;
la miraba a los ojos,
con febril deseo;
hoy mi frente golpeo,
busco los restos,
de mi fe perdida,
por hallarla otra vez,
radiante y bella,
como en la edad aquella.
Tenía cara de ángel
¡válgame el Cielo!
alimentaba el amor
que ahora anhelo;
aquella majestad
solemne y grave;
aquel pausado canto,
aparece de repente,
cual doloroso gemido,
que golpea mi mente.
Se eleva mi alma cansada,
como antes ya lo hacía,
vibrando, con cuerdas,
de guitarra mal templada;
una y otra vez repitiendo,
la misma melodía...
Amor de vida transitoria,
deseo de perdurable gloria!
¡sed inextinguible del deseo!
¡cielo, que conmigo tenías
las mejores melodías,
y hoy, tan solo recuerdos...
Se dulcifican mis penas,
noto la sangre en mis venas,
como en mis mejores años;
quiero llegar hasta tu ser,
y aunque pierda el camino,
nunca volveré a ser,
un errante peregrino.
J.Plou