Oscar Perez

Misiones del vigía

Misiones del vigía

 

Secar el llanto y encender la hoguera,

cuidar el árbol y acunar el alba,

darle un abrazo a bípedas insignes,

reconocer de un beso la esperanza.

Tal es el rumbo que arde en mi alegría:

venir con todos a ver la mañana

y en las ciudades con su remolino

compartir el sombrero y la manzana,

la música de un ciego, el simple río

que por todas las calles se vuelve agua,

y esperar en la sombra de los buses

la flor del edificio y la cloaca,

la vertical edad del muro herido,

la novedad del libro en la ventana,

y a pedazos robarle al dios el fuego,

ese que en un bolsillo traigo a casa,

que rueda, que relumbra, que repica

como en el corazón una campana.

Así es el porvenir, mis compañeros,

otro nombre de ustedes en la marcha,

y un silbo, un paso firme, un argumento

con que quemar las naves de la nada

y adormecer un hijo en la cintura

del más secreto amor sobre la almohada.

 

21 04 12