Cuando golpees, martilla que martilla,
la conciencia penosa de mis sienes,
Cuando agites palpitante mis costillas, y
el dolor de mis pulmones queme.
Cuando la nube gris del desfallecer,
gane mis pupilas y relaje mi lengua;
Cuando el calambre atroz gane,
tramo a tramo brazos y manos.
Cuando la batalla por tragar sea perdida,
y la arenosa aridez desbaste mi garganta.
Cuando desfilen atorados los recuerdos,
Y los Amores, sonriendo, bailen sobre mí.
Es ahí, cuando Tú, tramposa y burlona
Reina de la Oscuridad, ganarás la partida.
Pero aún cuando me despojes de la Vida,
Sigilosa y perversa compañera eterna.
Aún así, cuando la razón se rinda a la conciencia,
Y no quede ya resistencia a lo inevitable.
Aún así, la Luz del Amor, NO será tuya.
Se apagará en mí, entibiando esa trama trágica.