"Sabe ella que estoy nostálgico,/ porque la tristeza por la piel me brota,/ que por recordarla soy muy romántico/ ...o un perfecto idiota".
Se alejó presurosa como nunca la tarde
porque ya no quería verme sufriendo,
ella sabe bien que al irte lejos te llevaste
los mil y un versos que dediqué al viento.
En el viento iban y venían mis cantares,
cada letra, cada verso tenía tu perfume,
adornándose como remolinos danzantes
a la sombra del árbol al que ya nadie sube.
Árbol que desde lo alto nos permitía saber
que en las alturas tu olor aún podía sentirse,
recuerdo que un te amo escrito en un papel
desde esa misma altura un día tú lo leíste.
La tarde se fue para no escuchar mis quejas
pues sabe cómo me pongo con la nostalgia,
ya no quiere ver el abanico de mis tristezas
abriéndose a todo dar en la amplia distancia.
Tal vez cuando regrese tendré más fuerza
y la tarde lo sabrá con sólo mirar mis ojos,
mi alma ante cada tarde siempre muestra
lo débiles o fuertes que podemos ser todos.
Pero por lo pronto ella se fue y ya a lo lejos
sé que voltea a mirarme a ver si la extraño.
Lleva tras de sí un gran racimo de te quieros
y una lágrima arrastrando el peso de un te amo.
La tarde y yo tenemos un mágico lenguaje,
un idioma de la vida cuando el alma siente,
que hablaba mucho de eternidades antes
y ahora habla de cosas que son para siempre.
¿No volverá la tarde? Eso preocupa a la noche,
que sin la tarde no halla el camino de vuelta.
Se angustiará más cuando su ausencia se note
y nadie sepa si está dormida... o está muerta.
Por eso se fue la tarde y perdí su compañía,
perdí la magia y ya no tengo su embrujo,
así te perdí a ti, no hay besos ni hay sonrisas
y no sé si tener paciencia o guardar luto.
Siempre solía ser un hombre fuerte, atrevido,
ante caídas del amor tenía resistencia, temple,
te amé con el alma hasta desafiando al destino
y la tarde como yo, cree que no fue suficiente.