Es natural sentirse ofuscado en estos tiempos.
La no percepción de la Crisis
Llega a ser peor que morir a diario a manos del Hombre.
Ver, sin embargo,
Lo que ha estado sucediendo con nosotros,
Antes que colocarnos en una posición favorable
Respecto a la arrolladora corriente del mundo,
Todas las bases de ese pequeño ser cebado
Con las aguas de los océanos,
Las tierras de los continentes,
Las nubes de los cielos,
Y el fuego atenuado de las transformaciones.
Oír lo que se dice
Y se transmite acerca de la pasión por la violencia,
No nos deja sordo, ni nos pone en contra de la música,
Por el contrario,
Hace que se comprenda de una forma estremecedora
El vuelo incontenible de la catarata,
Hace que el despertar de los volcanes sea adorable,
Que el secreto del alud permanezca inquebrantable.
Oler, y no poder volver a oler el detonante aromático
No tuviera nada que ver con la conservación
De lo que nació intacto.
Comer, cualquier cosa
de las cosas que se comen por toneladas,
todos los días,
condenados a vencer el apetito,
a veces como fieras hambrientas que la gente observa,
a veces con el refinamiento de quienes comen
algo mas que carne.
Tocar, y no provocar un corto-circuito diferente
Al que el olor comprende,
Con la piel de las manos atenuadas,
Como sin mis manos;
Instrumentos toscos que un ejercicio de locos
Convierte en línea de diamante
En cercanos pun tos de estrellas
En joyas casi imperceptibles capaces de describir
Un arco inagotable de tiempo sobre nuestros vuelos.
Tocar, una música desesperada,
Atravesada por una por una lanza ardiente
De frenética poesía
Que toca inútilmente la intrincada fibra.
Tocar como un <<marcapasos>>
Afinado durante la primavera
El alcance expansivo de tu corazón, nada mas tocar,
Empujados a tocar de la vida la muerte
De la fuerza la debilidad,
Del placer la caricia que cae insoportablemente
Hacia un desierto de cuerpos
Llevados hasta la cumbre del material cielo.
Soñar, con que todos escapan de la realidad
Hacia una tierra surcada de aguas renovadoras;
Con que todos vencemos decididamente
La inocencia.
Soñar con el prado,
Y ver como cada flor recibe la polinización
De una y cien mil estrellas.
Soñar, y oír la marejada
de tiernos ovillos desenvolviéndose,
como papeles de caramelo
entre las mano de uno y cien mil niños
soñar, oler el aceite de la albricia
resbalando por la vertiente de un recuerdo maduro.
Soñar que solo hay frutas para comer,
Y que la sangre de las montañas
Lleve el color del hielo
Cada noche hasta nuestros techos…
Tocar en alguna parte a salvo de la gravedad del frio,
Y no sentir mas que la punta de una aguja
Recorriendo sinusoidalmente el laberinto…
Tocar el principio como el fin, como allí,
El regodeo de un hecho carente de sentido,
Que ya es de la descomunal excusa
Producida por la resistencia
De lo consecutivo,
Que ya es parte de lo definitivo.