¡Mami, no me mates!, mírame indefenso,
sólo estoy dentro de tu vientre y todo por tu deseo;
y ahora que voy creciendo que necesito tu amor,
me llevas ante un doctor, para causarte un aborto.
¡No me mates por favor!, déjame llegar al mundo,
para abrigarme en tus brazos y darte mi amor profundo;
quiéreme y dame vida y no la tronches ahora,
dejando que mis ojitos, puedan ver llegar la aurora.
Si por algo te molesta, llevarme en tus entrañas,
pudiste al tener el sexo de cuidar que no preñaras;
y hoy vas sin compasión para acabar con mi vida,
porque entiendes que en la tuya, esa es la mejor salida.
Pero tampoco entiendo, porque se presta un doctor,
siendo su profesión para ayudar a dar vida;
y tú mi Mami sagrada la que debes protegerme,
me abandonas a la suerte, que sin nacer, tenga muerte.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita