Ya sé que me lo dijiste muchas veces
y yo
además
también lo sabia
pero el hombre siempre cabalga de frente a sus sueños
y el corazón
terco indomable
no entiende casi nunca de razones
y estas no son ni siquiera atenuantes
porque no hay atenuantes para el dolor
cuando el dolor se adquiere de forma voluntaria
La soledad no se comparte
y los dos lo sabemos
porque los dos sabemos de soledades
y de nubes propias
pero también sabemos de fórmulas mágicas
para exorcizar a los fantasmas
y hacer ocupar a la risa el lugar de las lágrimas
por eso tus consejos
(disfrazados de poemas)
ocupan el espacio de los viejos recuerdos
ignorando a una tristeza ya gastada
y demasiado conocida
y nuestro contrato para los próximos 100 años
no conocerá nunca del polvo que teje silencio en los rincones
Creo que es tiempo de rehacer los horóscopos:
ya no es época de medusas.