Cada vez tu vienes así
disfrazada de niña enamorada
con tu rostro y tu boca
llena de vida árida
con un hombre a tu hombro
a cuesta acuesta anodino
y yo aquí tan desierto al frío
de la noche y de la ventana
esperando médanos
y playas y viveros etéreos
y una mujer que pasa…
que me mira, la miro y pasa
como el tiempo de espera
en la muñeca de números frígidos
en la estación del final
simulando no enterarme
de nada. Gracias por nada,
el tiempo pasó lejano
sin sorpresas,
el beso quedó atrás
descariñado, olvidado,
sin piel ni corpiños ni erotismo,
lo perdimos y yo espero
encontrarte tal vez mañana.