Mis dedos cometieron el pecado
de convertirse en Dioses
dando vida a cada trazo
entre lágrimas alegres
de un tiempo bueno.
Mis dedos merecen el castigo,
por haber guardado tu mirada
entre el humedecido papel,
por captar tu esencia
y guardarla de rehén,
entre las yemas de mis dedos
entre las fisuras de mi corazón.
Mis dedos cometieron el pecado
de arrancarles suspiros a tu sonrisa
y dejarlos caer entre el oscuro carbón
ahora eres un ángel atrapado,
atrapado por mi amor.