Alma al aire

El pozo de los deseos

 

Una moneda y una flor

para el pozo de los deseos,

sentada en su borde,

cruzando los dedos,

tal vez quiera concederlos.

 

En los labios se esconde un nombre,

lo murmura el viento en las hojas,

las calandrias lo atrapan al vuelo

y lo entierran, piquito en el suelo,

quizás a mediados de año

cuando pase al fin el invierno

germines con la primavera

y florezcas en mi mismísimo patio.

 

Un anillo y una pluma

para el pozo de los deseos,

acariciando su borde,

apretando los párpados,

tal vez quiera concederlos.

 

En la piel solo hay miel para un hombre

pensarlo, despierta algo dentro,

se pregunta el ceño confuso

cuándo fue que empezó todo aquello,

mira hacia el pozo profundo,

del fondo se oyen los ecos,

del cuello desprende dorada

la ofrenda de amor de la tarde.

 

Una cadenita y una hoja de tilo

para el pozo de los deseos

desaparecen en la húmeda oscuridad

desafiando los credos,

mañana será un poema

atado con un crisantemo

para el pozo que estático observa,

y tal vez quiera concederlos.