Harapiento niño delgado,
Que despierta las mañanas,
Lleva el hambre grabado,
Y el cansar en sus espaldas.
Viste pantalón bermudas,
Ceñida camisa de blanco,
El pelo muy despeinado,
Y sin zapatos, descalzo.
La calle fue gran escuela,
Siempre vagando cansado,
Creció bajo la tormenta,
A las puertas del mercado.
Siempre lo acechan los guardias,
Con ojo va, con cuidado,
Y recorre puesto a puesto,
A ver si le dan recado.
Hoy le llego la suerte,
En su corazón, el amor,
Encontró entre las basuras,
zapatitos de charol.