(Mi poesía)
Sabrán perdonarme,
espero,
el que hoy escriba
la poesía
como más he querido
desde hace mucho:
sin rodeos,
sin dulzuras,
sin caprichos,
y sin normas.
He dedicado algún
tiempo,
a escribir por líneas
el milagro
y la rareza
de la existencia humana.
También he escrito
y descrito
al amor solemne
y egoísta;
al hombre cruel
que le busca,
a la dama que
con toda dulzura
se lo niega.
Sabrán ustedes
perdonarme,
por escribir
lo que siempre escribo;
por no seguir
las reglas,
por ser impaciente.
Perdonen
que hoy valore más
la fuerza de una
sencilla palabra,
que la belleza
de una línea
retórica.
Ya por tiempos
he vivido,
viendo y oyendo
a mucha gente.
Y sin ser culpable
se me ha condenado;
sin violencia
innata,
se me tildó agresivo.
Pues hoy con mayor
ahínco
y orgullo,
empuño mi lápiz
y escribo
lo que siempre
anhelé escribir.
La poesía descarnada,
sin apegos
ni cuidados,
con fuerza y desdén;
y con la mayor
gracia
de llevar la verdad
en sus líneas
y no falsedades
adornadas.
He pensado también
que sería virtud
de un poeta,
escribir con odio
o con amor,
pero,
sin darse nudos
ni enredarse
en la dureza
y tristeza
que implica
decir la verdad.
Vivo por orgullo
y creo que será igual,
tarde o temprano
tendré que morirme,
mas por hoy
he querido dejarme
libre
y escribir
mi poesía abierta
y descarnada.
Perdón entonces
por ésta culpa…
Perdónenme entonces
los poetas,
escritores y letrados
si he profanado
la bella poesía
con mis letras,
pero no he dejar
de pensar,
que siempre
me valió más
pedir perdón
que pedir permiso.