Mamá tu rostro quedo incrustado en el medallón de nácar,
cuelga en mi pecho,
acaricio tus arrugas de bondad;
son ríos tranquilos que se deslizan por las praderas.
Guardas un mundo detrás de tus párpados cerrados,
y se asoman unas tenues hebras de luz ;
me acerco curiosa.
Merche DemBar
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