El amor vive entre sacrificios y dolores.
Se aferra entre un siempre estarás
y una cruel bofetada.
Entre llantos y cenas la risa florece.
Es inmortal a la diferencia
e inmune ante la idea del despecho.
El amor jamás será odio
cuando las lágrimas han rodado
y han lacerado entre llagas
pero su blanco incólume
no matizara en otro tono.
Se podrá apreciar,
entre un ruin cadalso un final tormentoso,
afiatado entre letras y dolores,
magullara el propio corazón y una mente cerrada.