Háblame de tu corazón,
Ahora que por fin has conseguido el ritmo.
Yo correré,
No sé si desesperado hasta tu pecho,
No sé si ensordecido
Por la inevitable música del pensamiento.
Yo me vaciare de leyes a la sombra
De tu cuerpo dormido,
Acariciare la estrechez
Que permite oxígeno al apego.
Tratando de extraer a los segundos
Eternas evidencias de una individualidad par
Queriéndote así
Por aspirar a la libertad en un solo día.
Todo irá bien de este lado del cambio,
Mientras pueda beber cariño
Del tierno pozo de tu pecho.
Nada nos devolverá por separado la dicha,
Con el mañana rendido
A los recién perfumados pies de la mañana.
Con el fresco penacho
punteado de lágrimas,
sosteniendo la fuerza
de la iridiscencia
en el isomórfico tamiz de la lluvia.
Con el remanso del convencimiento
Colmado de palabras,
Pronto a tornarse agua dulce entre tus labios,
Seda sensible en tus cabellos,
Tacto firme entre tus palmas.