Cada calle, cada metro recorrido,
cada espacio, cada hebra de sonido
lleva incrustrado un murmullo,
toneladas de suicidios,
caricias huecas,
empapadas de calamidad
sin más suerte de buena ventura...
Como una lucha ardua,
batallarse entre los abismos
de mundos dispares
te veo lejos, pensativa,
una melodía terrena que
me ahoga, me llena y me asesina...
Son tus ondas, tibias, serenas,
tus caderas tuyas y mías,
es tu corazón rasgado en mil pedazos
la espera, la tortura y la salida.
Si no es a ti a quien debo amar,
me rebelaré contra la vida,
para surgir del aire de la tierra extinta,
ser tu alma,
la que ya no está con vida...