Y mis oídos resplandecieron
cautivados, -onírico manantial-,
al son de una hipnótica cítara dorada,
de sonido angelical.
Mis manos se imantaron,
desbocaron al intentar
acercarse, querer acaricarte,
con los dedos empezar a amar.
Crecí enamorado,
a la sombra de tu figura,
sirena de tal dulzura,
Toda mi alma tu alúmbras.
Así me llévas,
a través del espacio,
a través del tiempo,
voy boyando despacio,
en un eterno universo.
En una red dimensional,
de seis lazos tensos,
forjados por el mismo Apolo,
de a veces arpegiando versos.
A colinas soleadas,
me has transportado,
verdes llanuras,
me han extasiado.
También valles en penumbras,
me han encontrado,
perdido entre curdas,
de árboles recios y ancianos.
Hasta en el mar he desembocado
persiguiendo mi nombre,
Contemplando el horizonte,
al filo de un acantilado.
Cuantas veces en tí,
la soledad he matado,
y cuantas veces por mi cuenta,
cerrando tu puerta me he encerrado.
Mi universo de seis,
infinitos caminos de mis manos a mis pies,
tantos mundos y eras puedo conocer,
gracias a que eres gran parte de mi ser!
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