Treinta años han pasado, y la angustia sigue viva.
No importan ya las razones, sino las consecuencias.
Cientos de hombres sacrificados por la necedad,
por la ambición y la estupidez ó simplemente,
por la absurda condición de humano.
Y para marcar a fuego esa condición de idiotas,
nos hemos olvidado de una parte de la historia,
es más, pocos sabemos de esa historia,
y lo que sabemos es poco, muy poco, casi nada.
Por eso hoy, ¡treinta años después! Abro la memoria.
Mujeres, objeto de pasiones, de amor y odios.
Mujeres, la razón y la sin razón. La vida y la muerte.
Mujeres, glorificadas por madres, despreciadas
por ser portadoras de la llama donde arde el deseo.
Mujeres, bendición y castigo para el hombre.
Avergonzado por mi y por mi país solo digo:
¡Gracias! Benditas por siempre, por toda Fe.
Gracias por la entrega, por la humildad, por ser mujer.
Gracias por sus silencios, por la abnegación y entrega.
Gracias por esa tremenda lección de responsabilidad.
A.A.Q. abr/2012