El momento mas frío de una madrugada despierta es la ocasión prevista por una jauría de dudas para atacar a Maya. Madrugada para preguntar.
Mira el techo y piensa. No se mueve para no despertar a su amante. Piensa y se da cuenta, aunque haya pasado tiempo, que duermen juntos pero no bajo la misma sábana. Dos cobijas para él, feas, y la de ella; De su anterior modo de vida la conservaba. Mira al techo, dispersa como papelillo en el suelo. cada pedacito de un color diferente.
La movió un impulso por saber. Se levantó de la cama. Con mucho cuidado levantó las dos cobijas del lado derecho del lecho, desde la parte que apunta a los pies. Con lentitud ritual, sin que se despertase, puso su oído izquierdo sobre el pene de su hombre. Y se dispuso a escuchar las respuestas a sus preguntas. Una a una las formulaba. Dudas, miedos, comparaciones, experiencias. Se enfrentó, aunque sintiera frío.
El Sol subía a su domingo y la lista al fin se agotó. Ya Maya estaba mas a gusto, con sabor a victoria en batalla. Dejó la cuestión mas importante para éste momento: Preguntó si el ardor de los primeros dias seguía presente. Su amante respondió con dureza. Sin palabras.