Se oculta temerosa`la luna,
retumban los tambores de la guerra;
las nubes se cubren de lágrimas desgarrando las criaturas de la tierra
y el guerrero con su espada en lumbre,
implacable desata la furia sin piedad.
Se cruje la rama del árbol,
que ante la embestida de las espadas,
que destrozan en llamas la impotencia de su inocencia,
dejando herido su tronco y raíz.
Se arrancan las flores de raíz,
esparcidas en sabanas de coloridos vivos,
desapareciendo y llorando las hojas secas.
Se tiñe la tierra de rojo cual sangre esparcida,
de los guerreros acaecidos encuentra batalla vencidos;
se funden el cielo y el mar invadiendo la tierra perdida.
Sólo el pudoroso de su infortunio
y el ronco hervir del cantar del agua embravecida ;
se escuchan lamentos como molinos de viento.
Se vuelve oscuridad el temblor de las estrellas,
almas timoratas, vueltas quimeras de espíritu,
¡Sólo melancólicas brumas serán las eternas nieves!
Sólo pensamiento de los cielos,
se vuelven tempestad de mi cabeza
y el escaso jugo de una tierra fertil,
sólo átomo de mi memoria.
¡Se pierde belleza y calma!
¡Sólo bosques de canela y sicómoros
; dilatan en eco y eco las almas atormentadas!
Se vislumbran los guerreros,
la azul serpiente que se levanta en furia,
luna ilusión que se disipa, velos de crespores ;
tesoros vueltos de oropeles y guiñapos.
¡Esqueleto descarnado, sonámbulo muerto!
¡Meteoro de la gloria, espinas de la derrota!
¡Polvo de oro esparcido en cenizas de la nada!