elvira olivares

Margaritas

La casa huele a pan tostado

reluce la armonía

y se condimenta el amor.

En un rincón una mesa de madera

cobija un enorme florero

con margaritas en flor.

Me miran, coquetean

se extienden, se acomodan

y con el paso de los días

yo las veo siempre abiertas.

Las he cortado temprano

crecen a miles,

por los costados del prado,

para tenerlas conmigo

antes que llegue la siesta.

Recuerdo aquel día

tibio, de primavera

engordó a los capullitos

y las llenó de belleza.

Aquí las tengo conmigo

hasta somos compañeras

y se adueñan de la luz

como un espejo de estrellas.

Eso me basta y me sobra

para alcanzar vida plena,

ni lujo, ni joya buena

solo el centro de esta flor

que es un sol pequeñito

que me ilumina la casa,

y me espanta a las tinieblas.