No me hablas,
más tu voz se ha hecho pequeña
y diminuta con la intención de
que a manera de susurro pueda
esconderse sin problema justamente
detrás del lóbulo izquierdo de mi oreja,
para entrar corriendo de un lado a otro
del pasillo de mis oídos
gritando maliciosamente tu nombre
cada vez que se da cuenta
que empiezo a soñar que te olvido.
No me hablas,
más la estridulación incesante que sigues
produciendo en mis oídos comienza
a hacer efectos negativos que
sólo hacen que me duela escuchar
tantas veces tu nombre y
comiencen a inflamarse mis tímpanos.
Hoy tu boca la vi moverse sin sonido,
por lo que no te escuche ni te entendí,
- mi cara experimento una sonrisa! –
espero entonces que mi sordera recién
adquirida me sirva para poder dormir,
me deje soñar,
me permita olvidarte.