Quiero…
ser de tu vida
la otra media naranja,
la que en el amor no has podido encontrar,
la que destierre de tu espacio fémino la soledad,
esa soledad que más que dar, quita,
esa soledad que no te deja amar
mientras amándote están.
Quiero…
ser en el jardín de Cupido
la sombra del árbol de tu existir
para que no haya distancia
entre la felicidad y tú.
Quiero…
ser el dulce palpitar
del lado izquierdo de tu pecho,
el nido donde descanses tu volar,
el complemento directo,
el verbo,
el predicado,
el sujeto
en tu oración del vivir
Quiero…
ser esa cascada
donde calmes la sed
de caricias y besos varoniles,
esa puerta
donde sin nivel de acceso
entres en busca de saberte mujer
al cien por cien.
Quiero…
ser el guardián de las niñas de tus ojos
y ser de tus labios esa sonrisa única,
que como sol alumbra la tierra de tu yo.
Quiero…
ser el principio eterno de tu amor soñado,
o mejor aun de ese amor que nunca soñaste,
de ese amor que nunca ha llegado a ti,
aun cuando no sea príncipe azul.
Quiero…
ser de tu ego fémino
algo más que un beso robado,
algo más que una caricia fugas,
algo más que un orgasmo furtivo.
quiero ser ese guerrero
que venciendo enemigos
llega a tu ciudad de carne y huesos,
y la conquista de pies a cabeza
y de espalda a pecho,
y nunca, pero nunca de ella se va,
pues en las calles de tu alma y
en cada poro de tu piel
se quiere quedar para siempre,
para siempre ha de quedar.
Quiero…
ser un recuerdo imborrable,
una huella constante,
una sola verdad:
tu hombre.