Se detuvo frente a la ventana
casi por costumbre en donde
vivía su amada.
Sus ojos estaban húmedos y con un
extraño brillo, como hilachados por la
sequedad sus labios balbuceaban algún
que otro sonido.
La piel del rostro permanecía seca y áspera por
ausencia de caricias.
Todavía latía en su corazón una esperanza que
alentaba su miserable existir.
Por ese se detenía frente a la ventana par
ofrecerle en silencio una
Serenata de ausencia.
Robi