Resulta sumamente fácil identificar en Venezuela a los chavistas de siempre. Hombres con barbita de candado, algunos mechudos, con gorrita roja los más humildes, y boina los más intelectuales, franelas con motivos alusivos al che guevara, consignas vacías de sentido, acuñamientos infértiles como los del bicentenario, o la silueta del prócer desconocido. Las mujeres con turbantes imitando al afroamericano, o vestimentas folclóricas tricolores, queriendo decir que aquello de la tradición racial está ahora más de moda que nunca, y que aún cuando tengan el pelo enroscado (indefectible rasgo externo de belleza que aquí jamás nadie negó), y la piel canela tirando a negro, como si se tratara para ellos de un forro maldito en el que han venido enguantados de por vida; se han dejado sembrar en el inconsciente que haber venido al mundo, humildes y sin riquezas materiales que ostentar es culpa innegable de todo el mundo, menos de sus padres, o sus abuelos. Les hacen creer que no importa lo que aprendan, con tal no sea conocimiento científico demoníaco, que sólo sirve para cosechar brujos o herejes contemporáneos. Los mandan para Cuba a revolucionarse el coco, y a abrir los ojos a un mundo diferentemente estructurado, claro, para que se vayan preparando para lo que les viene. Antes, me contaba mi abuela, en la Venezuela rural de los años veinte, las familias convivían en sus "hogares", con cerdos y gallinas, los pisos de los ranchos eran entonces de tierra pisada, y prosperaban las pulgas y las garrapatas, que se enquistaban en los pies de las personas dejándolas rencas, o chuecas de por vida. Los gobernantes de hoy, liderados por un Chávez profundamente marginal y resentido, quieren que a sus súbditos se les enquisten garrapatas en el cerebro, para que queden atontados para siempre, y así tener una masa fácil de dominar; quieren que el venezolano típico, ese que siempre estuvo confiado y abierto al cambio, y que quizás por eso fue tan terriblemente abusado e ignorado en el pasado, se convierta en un títere de la revolución socio-comunista-bolivariana del siglo 21 misma, proclamando consignas que vibran muy mal en sus cabezas, pero que a fin de cuentas nunca cultivaron un criterio propio para poder discenir entre lo que es libertad y lo que es mediocridad.
Quién ignora que EEUU es el imperio, y que toda época y civilización han tenido uno o hasta cinco. Quién no sabe que el poder corrompe, hasta que lo escenifica. Quién es quién para juzgar abiertamente a los demás..., pues nadie tiene la verdad absoluta en sus manos; pero ellos, los neorevolucionarios (este nuevo acuñamiento es mío y si les gusta les costaría a ellos unos 5.000 Bs de los viejos), nunca fueron tomados en cuenta como personas naturales de un país, con deberes y derechos civiles, y escenarios para educarse, desarrollarse y crecer, porque entre imperios y criollos por parejo se dieron a la tarea de construir una muralla de marginalidad y descuido alrededor de millones de personas, con tal no se fueran a enterar que habían nacido en El Dorado, que no fueran a saber los hijos de esta tierra que si alguna vez existió una tierra prometida, no estaba ni al sur, mucho menos al norte, sino en pleno corazón del continente.
Porqué no les revelan a sus compatriotas que Venezuela es la Jerusalén del futuro, porque no les hablan del proceso de transformación cosmológico que está sufriendo la tierra, y de cómo la Cordillera Andina y la Amazonía están llamados a ser las islas supervivientes del futuro, porque Chávez no revela que fue envestido en el alto Perú, y que se le otorgó el poder del verbo para que guiara a las masas hacia regiones de luz, y que luego de hallarse en la cúspide del poder se volvió hacia la magia negra y la santería para poder mantenerse en el poder, trabajando desde los planos espirituales más bajos para quitarse de encima a toda persona que no estuviese de acuerdo con sus loqueras, y sus desparpajos políticos. Porque se hace rodear de gente que ni siquiera comulga con la esencia de la religión del ser, que es la libertad como sustento de cualquier clase de creencia o de práctica espiritual. Buscan que los venezolanos se autocondenen, al hacer uso de su libre albedrío, colocándoles como únicas opciones la banalidad y la pobreza de pensamiento, a partir de un baboso discurso grandielocuente cargado de frases chaborras, y oxidadas.
Pero esta descarga mía no debe tener el cariz de una columna de prensa, o de una revista de opinión. Es una profunda forma de ver mi propia realidad, en la cuál me inmiscuyo para poder tener la oportunidad de vivirla desde adentro, participando y mezclándome con gentes y personas de toda clase y de todo tipo, incluyéndo a los chavistas revolucionarios, de los cuales muchos son incluso amigos entrañables, ¿pueden creerlo?... Aquí se convive, se abraza y se besa a un enemigo no oculto, que es programado por el Estado, cual "termineitor", para acabar con toda cosa que no se roja rojita bolivariana que se mueva... ¿Las armas?... Ya seguiré escribiendo al respecto...