Amapola, que te meces con el viento,
color rojo que discute entre lamentos;
amapola, falso cobijo de gorriones
que se acercan con tiento a tus albores.
Amapola roja, que desconsuelas mis yermos campos
entre susurros prevenidos por el tiempo,
mostrando tu color a las retinas desprendidas del lamento
mientras ocultas el verdor de tu tallo, tu aliento.
Domingo soy cuando la lluvia resbala lentamente,
deslizando mi sentir en tu ventana,
asomando el sinvivir, reflejando la locura demente
cuando describo la lluvia y, de camino... a ti!
Amapola roja, amapola!