Me susurra al oído la calma, mientras el dulce aroma de
amargura pisa las encontradas sensaciones. Le pido al cuerpo
acciones para el recuerdo, no recuentos propensos a
frustraciones
Envuelto en un papel de tinta dinferno me fumo mis contrariadas
partes, hay quienes dicen de mí cobarde, hay quienes no lo
saben. Pero todos tienen la razón primera.
Salva a los niños del barco que me hundo entre quimeras.
Y quema las partes restantes, porque hoy no valgo para
importante si quiera. Hoy no valgo para fugitivo de tus deseos,
si la cama se carga mis sueños y mi mente es un destello que
brilla por quince minutos. Quítale los segundos a mi tiempo.
Quítale las alas al silencio que se esconde en mi boca. Pero
háblame, Háblame cuando no te mire ni te toque. Sabrás que el
ántrax de estas cartas son tus noches de descanso, y que el
maltrato mutuo nos hizo crecer distantes, dejando entre mis
notas un papel en blanco, un papel en blanco sobre mi desastre.