Cuando pienso en tu amor,
en lo que me dices cada día
a través de la belleza de tu creación,
no puedo resistirme a tal declaración,
a tan profunda emoción...
Cuando pienso en lo que me hablas
a través de tu palabra,
simplemente no puedo más
dejar de amarte y adorarte...
Cuando pienso y medito en tu mirada,
tan poderosa, tan fija en mi,
pero al mismo tiempo tan dulce y tierna,
tan llena de compasión y misericordia por mi,
no puedo evitar mi Jesús,
caer rendida ante ti...
Y cuando pienso que pasaría
si me alejara tan sólo un poco de ti,
me horrorizo de darme cuenta,
que sin ti, sin ti mi Señor,
no soy nada y nada puedo hacer;
entonces, arranco esos pensamientos de tajo,
y vuelco mis ojos, mi alabanza, mi corazón
mi espíritu, mi alma, mi mente
y todo, pero todo mi amor en ti...