seateen

EXILIO

 

 

Nací  en la próspera ciudad de tus encantos,

donde viví por la calle empedrada de tus

albinos dientes,

la entrada a mi casa eran tus labios y

tu lengua de tapete anunciaba lo dulce

que era mi hogar.

 

Me gustaba caminar con mis manos descalzas

por tu cuerpo y pararme a observar el

panorama  en los más alto de tus senos.

 

El camino que hice sobre tus piernas

siempre me llevo de vuelta a tu lado y

en medio había un jardín que era el paraíso.

 

La luz incandecente de tus ojos

nunca me incomodo para soñar contigo,

ya que en tus manos me cobijaba siempre

para dormir tranquilo.

 

Tenía una mascota que jugaba en el patio

a mordisquear mis celos, y que a la vez

jugueteaba a traerme la pelota de

la confianza en tí.

 

Yo era feliz en mi terruño,

hasta que fui exiliado

 injustamente de tu piel

y me forzaste a cambiar

 de domicilio.