La estrella de mi musa,
brilla en su cielo de fantasía,
haciendo real mi sueño ,
ejecutando una precisa melodía.
La inspiración se torna esquiva,
cada suspiro de amor aporta,
el arbol del recuerdo se derriba,
el placer de la dulzura me reconforta.
En las crónicas de un poeta,
Nadie pretende ser un profeta,
se plasma el sentido de una realidad,
para percibir la tan ansiada meta.
La meta de pintar un mundo despierto,
con un corazón fresco y abierto,
el límite entre lo cierto e incierto,
utilizando el arma de un lenguaje directo.
En mi pluma llevo el acero de la viva nostalgia,
en mi corazón laten los poemas vividos,
en mi sangre corre un rio de sueños compartidos,
mis labios portan versos y gritos reprimidos.
En las crónicas de un poeta,
nadie pretende ser un profeta,
se plasma el sentido de una realidad,
para percibir la tan ansiada meta.