"Bendita mi madurez si la adorna tu juventud/ y mi alma que por ti clama./ Benditos mis sueños si en ellos estás tú./ Bendito mi corazón que te ama".
A cierta edad los amores son de verdad,
por estar “contaminados” de inocencia
y nada importa lo que opina la sociedad,
no es suficiente para manchar su esencia.
A cierta edad todos somos más sinceros
por ser mucho más puro lo que sentimos,
más creíbles los te amo, los “te quieros”,
aunque en muchos casos ya ni lo decimos.
A cierta edad el sexo aún no es importante
y podemos prescindir de él sin problemas,
no hay riesgos de celos o de algún amante,
ni hay que preguntar para quién son los poemas.
A cierta edad los besos son muy inocentes
y la compañía de la persona es más hermosa,
sólo compartir es la idea en nuestras mentes
y no pensamos en sexo, pensamos en otra cosa.
A cierta edad no aprendemos a ser perversos
y la inocencia en nuestros juegos prevalece,
podemos aprender quizás a componer versos
y no nos preocupará que alguien no nos bese.
A cierta edad una canción sólo nos hace dormir
y nunca despierta en nosotros otras pasiones...
nos preocupamos por lo más esencial, por vivir
y parece que dejamos la pasión para otras ocasiones.
A cierta edad con muñecos de plástico jugamos
a la mamá y al papá pero sin caer en el exceso...
Jugar mucho con muñecos así lo disfrutamos,
aunque luego nos gusten los de carne y hueso.
A cierta edad quererse es más limpio, más bonito,
un cariño que de verdad está ahí, que no se inventa,
puede ser muy grande y hasta llegar a ser infinito
y amarnos con el alma y ni siquiera darnos cuenta.