Si el estupro, el veneno, el puñal, el incendio,
no han realzado ya con sus amables trazos
el trivial cañamazo de un mísero destino
es porque nuestras almas no son bastantes audaces.
Charles Baudelaire
¡Cómo se ha deslizado a mi alma, fácil y prematuramente como un furtivo deseo el descanso eterno que ha de reservarme la humedad musical del bellísimo sepulcro! Sí, he acariciado pacientemente durante largas y placenteras horas esa idea sublime, como quien acaricia la certeza de un celestial destino. Y he imaginado no sin escalofríos, romperse súbitamente en mi cuello la débil soldadura de la vida, como si mi lengua tocara el hilo de una gigantesca pila voltaica y me sobreviniera la nada dulcísima…
Pintura: Oleo de Eduardo Manet. 1877.