Víctor Sorchaga

Vida infausta y desalmada

 

 

De aquello que tanto y tanto me falta,

que empieza con una sola mirada

y que hasta al experto tiempo envejece,

me sobran miles de ganas celestes.

 

 

Ya mis ojos hechos están de noche

y tantas noches frías han llorado

vertiendo a la luna limpios carbones

y a los pétalos del rostro cenizas,

que se funden al viento de colores.

 

 

Son de luto mis lánguidos tocados,

son mis párpados de infinito cielo,

son de mares abismales mis velos

y son también así mis tristes años.

 

 

¿Si mi piel es tan blanca y candorosa,

por qué querré tiznarla de escarlata

al pinchazo cruel de la sutil rosa,

en vez de conjugarla con la ajorca

que adorna y cuelga del tul de los soles?

 

 

¡Ay, vida infausta, vida desalmada!,

esta flor no aguanta ya el desamor,

y prefiere enterrarse en la calzada,

por donde destila y queda el dolor.