Recurro a la vida; cuando más olvido a la muerte...
Alguna vez, extirparé mis venas; las arrancaré y las tatuaré en mi cabeza
-me veré tétrico de color escarlata-
moviendo mis cabellos líquidos
en la humedad sanguínea...
-Y no reiteres que cada día me vuelvo loco-
No sabes un secreto;
"Cada día las palabras cambian de forma
y la tonalidad deja un verso erecto
en la rima de tu boca..."
Haré un mosaico con tu sonrisa
y cada diente
irá colgado
en el frenesí de este silencio;
-no muerdas la soledad-
Te desnudaré la frente;
Tantas veces
hasta
rasparte
el cráneo
y en los sentimientos óseos
desnudarte los pensamientos,
-sin sentir dolor-
-sintiéndonos- tú desnuda;
y..., yo; cavando la tumba;
donde viviremos sin saber que es la vida...
En el ombligo de hojas gimiendo,
-dentro- el agujero
deja dibujar grillos
el sonido se hace latente,
y en el aire
aparecen luciérnagas
alumbrando tus ojos celestes;
cayendo en mis ojos ausentes;
desde la mariposa
que extirpe de la caja (Musical y el ballet en la sangre)
nos gritamos a huellas tácitas;
Tú con el viento
y yo con lágrimas
en el sudor
de cerros emblemas
-estremeciéndonos-
revolviendo pequeñas raíces
entre los pequeños hombres
que habitan
en imágenes
tatuadas
en el
pavimento
de tu espalda...
¡No calles naturaleza! no te ahogues en la selva de un rostro pereciendo,
entre la voz suicida en el horizonte
al no pensarte; al no tenerte;
no te vayas,
¡Quédate!
mirando como el arte se está expandiendo
entre el clímax de lo inevitable
y las aves a trote sobre el cielo,
¡Enloquecidas! huyen de la muerte;
inevitable es verte desnuda,
la mueca que tienes
y el aliento
asesinando
a las sombras,
bajo la luna menguante
tu silueta de muchas
me cubre de todos -el rostro-
-El cuerpo me cubre-
y..., no hay "Grito de Munch"
que logré sentir
el alarido que llevo dentro
un grito en plenitud; -de paz-
de armonía entre todo el bullicio de la ciudad,
Tan temple como el sujeto
sujetando el universo
sobre la cuesta de sus ojos,
y en mi voz, -casi apagándose-
entró en ti, siento tus venas,
te desnudo hasta quitarte la piel,
del dolor al amor, la excitación
cubre de sangre el cielo
se abre la compuerta
el ocaso renace
naciendo de nuevo
en este día
que comparte
migajas
con los fluviales
líquidos
de la corteza;
abiertas por tus piernas,
no hay silencio que me quité las manos
para sentir el cuchillo en mi pecho,
y volar dentro de ti
hasta apagarse el sol
y reír tantas veces
hasta apagar los focos fuera
¡Que se apague todo!
y nos apagamos
sintiéndonos dentro;
en una pecera en silencio...
He muerto y tú en siglos a destiempo...
De Joel Parra...
Desde el ocaso hasta la muerte de un beso, donde vuela el horizonte.
Ni los siglos, ni las fechas; podrán invocarte tiempo...