Hoy me siento frente al ordenador a dibujar letras que tal vez tu jamás leerás, letras que quizás nunca entenderás, letras que probablemente para ti no signifiquen nada, letras que vienen del corazón de una persona que no conoces, que jamás has visto y con quien no tienes nada en común; mas estas letras son para ti.
Se las dedico a tu ignorante indiferencia, son ellas una copa de champagne en mi mano que celebra el hecho de poder amarte en silencio, de poder soñar contigo y alucinar con tus besos, esos besos que jamás me darás, que nunca serán míos.
Soy anfitrion solitario en una velada en la que junto a mi sólo se encuentra mi alma, fiel y eterna compañera que tal vez me estima o que tal vez se mantiene junto a mi porque esa es la tarea que tiene permanecer a mi lado.
Son dudas que quizás nunca lograré esclarecer, dudas como las que me asaltan en este instante cuando trato de entender el por qué de las cosas, cuando trato de encontrar respuestas a preguntas que nunca debí formular porque jamás serán escuchadas por la única persona que las puede responder, tú.
Soy pasajero, por voluntad propia, de un navío que no anclará en tu puerto. Soy cobarde, temo al triunfo más que al fracaso. A diferencia del mundo yo no sabría qué hacer si consiguiera eso que tanto anhelo y me he quedado en las sombras, justificando mi soledad con la imposibilidad de encontrarte porque soy frágil, yo no soy como tu.
Soy víctima de mis debilidades, de mis miedos, de mi incapacidad de saltar el muro cuando es demasiado alto. Yo necesito de un escudo protector que tú no podrás darme porque así yo lo he decidido.
Es absurdo que te escriba esta carta cuando mis manos están atadas y mis sentimientos desbocados. Es absurdo profesarte mi amor cuando tu no puedes recibirlo, no puedes alimentarlo, no puedes corresponderlo porque simplemente para ti yo no existo. Mas del absurdo se alimentan muchos seres en este mundo y aunque para ti ni para nadie mis letras signifiquen algo, PIPO.
Hoy me siento frente al ordenador a dibujar letras que tal vez tu jamás leerás, letras que quizás nunca entenderás, letras que probablemente para ti no signifiquen nada, letras que vienen del corazón de una persona que no conoces, que jamás has visto y con quien no tienes nada en común; mas estas letras son para ti.
Se las dedico a tu ignorante indiferencia, son ellas una copa de champagne en mi mano que celebra el hecho de poder amarte en silencio, de poder soñar contigo y alucinar con tus besos, esos besos que jamás me darás, que nunca serán míos.
Soy anfitrion solitario en una velada en la que junto a mi sólo se encuentra mi alma, fiel y eterna compañera que tal vez me estima o que tal vez se mantiene junto a mi porque esa es la tarea que tiene permanecer a mi lado.
Son dudas que quizás nunca lograré esclarecer, dudas como las que me asaltan en este instante cuando trato de entender el por qué de las cosas, cuando trato de encontrar respuestas a preguntas que nunca debí formular porque jamás serán escuchadas por la única persona que las puede responder, tú.
Soy pasajero, por voluntad propia, de un navío que no anclará en tu puerto. Soy cobarde, temo al triunfo más que al fracaso. A diferencia del mundo yo no sabría qué hacer si consiguiera eso que tanto anhelo y me he quedado en las sombras, justificando mi soledad con la imposibilidad de encontrarte porque soy frágil, yo no soy como tu.
Soy víctima de mis debilidades, de mis miedos, de mi incapacidad de saltar el muro cuando es demasiado alto. Yo necesito de un escudo protector que tú no podrás darme porque así yo lo he decidido.
Es absurdo que te escriba esta carta cuando mis manos están atadas y mis sentimientos desbocados. Es absurdo profesarte mi amor cuando tu no puedes recibirlo, no puedes alimentarlo, no puedes corresponderlo porque simplemente para ti yo no existo. Mas del absurdo se alimentan muchos seres en este mundo y aunque para ti ni para nadie mis letras signifiquen algo, PIPO.