Nuestros cuerpos
Son los lotos abiertos
Enseñando el seno perfumado de la madrugada,
Son los capullos del alba
Que los dedos hilanderos del Sol
se atrevieron a tejer durante el día.
Cuanto cabe en el pequeño seno de la primavera,
Una tenue eclosión quizás…
La abierta estela en las estrellas
Que todavía ayer se encontraban bajitas
Como un relámpago de mirada obviada
Como el riego saturado de pólenes.
Cuan lenta fluye la miel…
Cuan dulce el escape de la pesada burbuja
Cuan insignificante el salpico.
Me veré de nuevo como ahora,
Contaminado de repente
Por una impensada ráfaga de tiempos
Por el poderoso impulso
Que nos arranca del destino.
Ya estoy conforme con tu alma,
Y hasta puedo sentirte pasando por el aire
La pulpa de mis dedos.
Cuanto anhelo para tu bienestar,
Y cuanta curiosidad para con algunos
De tus irretraibles momentos…
No quisiera que fuesen estas mis palabras,
El enorme respeto
Que hoy habita conmigo
Se afina a la distancia
Y extiende las huellas de mi parecer
Hasta rozar tus plumas,
La cejas de tus ojos,
Como alas.