Rehén de tus ojos parpadeantes,
que refulgentes me parecen mirar.
Rehén de una piel narcotizante
que me atrapa en el recuerdo
de tu apasionada suavidad.
Rehén de tus besos que se pierden
en la eternidad del tiempo,
en la profundidad de lo ilimitado,
que me invitan a perder la razón.
Rehén de tus brazos
que me atrapan con dulzura
Que me invitan a la suave sensación
de la infinitud del amor…
Rehén de tu sutil locura
la llave de mi perdición
que me recuerda que mi alma vive
y me empuja a un abismo de ilusión.
Rehén de un amor tortuoso
bello, oscuro y luminoso.
Que me recuerda mi propia belleza
y al oído entre suspiros dice
que aún hoy puedo ser tu princesa.