Crujiendo aquí sobre la hierba
como un millón de sueños rotos
viene a mí este recuerdo tardío
revoloteando sobre mis ojos.
En cielo abierto se entremezclan
las hojas secas del otoño,
los lienzos blancos de las nubes
son el tapiz de ocres y rojos.
Me gusta el viento que refresca,
que viene del mar impetuoso
mis pies pequeños dejan huellas
en la arena donde a veces sollozo.
Quiero sentir tu presencia
tu voz, tu abrazo ¡tus labios rojos!
que en mi memoria siempre permanezca
tu infinita esencia, mi tesoro.