La vida me diste
sin siquiera pedir nada,
fuiste mi alimento,
mi escondite y mi morada.
Soy fruto de tu cuerpo,
sol que alumbra la mañana,
luz de mediodía
y nectar de fruta temprana;
eres, madre mía...
como la sal de mis lágrimas,
la sangre de mis venas;
como el viento de la sierra
y la calma de mis penas.
La vida me diste
sin siquiera pedir nada,
fuiste mi alimento,
mi escondite y mi morada.
Aún recuerdo aquella nana
con voz melodiosa cantada
y el crujir de aquella silla
donde estabas tú sentada.
Tú me diste, madre mía...
el amor y la calma,
el contacto de tus brazos
y lo mejor de tu alma.
La vida me diste
sin siquiera pedir nada,
fuiste mi alimento,
mi escondite y mi morada.
Ya he dejado de ser niño,
ya no oigo tu voz clara,
ya no siento el calor,
de tu pecho en mi cara.
Quisiera, madre mía...
que me volvieras a abrazar,
que sintieras que te quiero,
como el pez necesita el mar.
La vida me diste
sin siquiera pedir nada,
fuiste mi alimento,
mi escondite y mi morada.
J.plou