Cuando te conocí
esculpía una flor sobre una roca
cuán dificil era para mí
un ciego como yo
torpe de manos
y de ingenuo corazón
darme cuenta de que te fijabas en mí,
yo que un día juré
no volverme a enamorar nunca más
y que fue por amor
que un día quede ciego,
porque a la que una vez amé
me quitó la luz que alubraba mi destino
y desterró mi corazón
al más oscuro destierro,
y desde ese momento
fuí un errático aventurero
capaz de subastar su corazón
a la más cara de las mujeres
para acabar hundido
miserablemente después
en el desamor,
yo que alguna vez tuve ojos para ilusionarme
con el toque de unas manos
o con la inocencia de una sonrisa;
pero ahora apareciste tú
cuando apenas podía sentir mis manos
en esa fria roca
y me hablabas de amor
y de como lo imposible
se podía hacer real;
y poco a poco fue creciendo mi fe en ti
y fuí poniéndole corazón
a todo lo que mis manos
podían tocar,
y de esa manera pude sentir y contemplar
finalmente
la mejor flor que pude ver a través de ti
y me volví a enamorar.