Que se cierren mis acordes,
y que suenen mis silencios,
tan cautiva en esta pena,
me despido de mis miedos.
En su risa que me endiosa,
no me enjuician ya los credos,
mas en tanta hipocresia,
me sumerjo en la congoja
y entre lagrimas y prosas
pongo fin y doy derrota.
Hata siempre rima mía,
que tus versos lo resguarden,
¿de qué valen las sonrisas,
si no es a él a quien sonrio?
¿de qué vale tanta vida,
si no es él, por quien yo vivo?