Idoia

VERDUGO

Qué lento pasa el tiempo
que apura mi calendario,
los días cargados de tristeza
como pesadas nubes de invierno
infinitamente lánguidos,
inagotablemente deshabitados.

Reprimido el pensamiento
por el dolor y el coraje,
escuchando incesante
el estremecer silente
de un corazón aturdido,
no distingo tormentas y calma
ímpetu e indiferencia ,
el calor se consume en el frío
en el centro mismo de la incertidumbre.

Me apago,
en este recipiente sin aire
en el vacío de noches sin sueños
en la oscuridad de rostros sin risa
en el óxido que engulle mi armazón
en la vacilación de un pulso sin firmeza
en la agonía de unos labios sin aliento.

Qué lento pasa el tiempo
en esta tumba
que el pánico construye sin descanso
sellándome los ojos con el peso
de minutos y segundos fracasados.