Encontrarte fue algo que nadie hizo por mí.
No estamos lejos y quise verte. Lo quise.
Aunque estemos en islas egoístas, cada quien.
Te vi la boca como el olor de páginas pasadas.
Una ventana pasada, leída y besada.
Abierta a lo que ya no está,
mas el olor del aire de lo que estuvo persiste.
Una vez pedí ser llevado en tu boca,
con el sol o con la nube,
hasta el país llamado lejano, lejos.
Por piedad se calla o se miente sobre el pasado.
Una vez hubo un juego de estar en los umbrales.
Yo jugaba desligado de todo,
me subí al árbol porque estaba caído.
Horizonte eras tú para yacer.
Por piedad no se añade mas angustia al recipiente.
Una vez una sirena me mordía el anzuelo,
cuando era un niño firme en la espuma,
y me pedía piel, calor y cambiar de lugar.
Sigo estando herido en los codos
que caminaban de ventana en ventana.
Por piedad, deja de mirarme.