La vieja estufa tristemente encendida
tras tu rostro el cantar de los gatos y
el patio poblado de ropa sucia con muñecas rotas.
Se escucha el caer del llanto sordo
abrazado de recuerdos tuyos.
Me miras sin mirarme con tus delgados brazos
descansando timidamente en la fria meza de trastes sucios.
Escribo suaves letras que vuelan como hojas secas
sobre tu dorso moreno y rostro ausente
con tu corazon como un cuchillo penetrando el mio.