Hoy te me declaras
adicta a mis poemas de amor.
¡Válgame Dios!
Qué tarea para un poeta,
¡sinónimo de médico de almas!,
tener que calmar las ansias
de su paciente predilecta
con una inyección
de sentimientos
en versos.
Siempre que te escribo un poema
en tus manos coloco una flor,
de mis dedos se escapa una tierna caricia
como sé que ha tu vida no han llegado dos.
Sabes,
siempre que leas un poema mío
en tus mejillas sentirás que te doy un beso,
y en tus labios también ¿por qué no?
besos que más que besos
son labios ardientes,
¡de un hombre ardiente !
que quema tu bella piel con dulce ardor
y te hace danzar al compás
de una hermosa canción
de resuellos y suspiros féminos.
Hoy te me declaras
adicta a mis poemas de amor.
¡Válgame Dios!
Decir un poema a tu bello ego de mujer,
es decir he aquí mi dosis exacta de amor
que como sábana viste tu cuerpo,
como fogata te dará calor,
es la mas perfecta cama que puedo construirte
para que descanse tu alma solitaria, lejos de mi,
es la predilecta manera de hacerte el amor
en la distancia que nos separa.
Hoy te me declaras
adicta a mis poemas de amor.
¡Válgame Dios!
De rodilla en el piso,
mano derecha al cielo,
digo:
Mantendré siempre viva esa adicción
aunque
sin dedos
me queda
por tanto escribir.