Yo no sé cuántos poemas pueda escribir mi mano
o cuántos más hagan falta para poder morir,
sólo espero que nunca me gane el desgano
porque sería triste ¡muy triste…! Si dejo de escribir.
Hay amigos que tengo -que puedo yo tener-
Sólo sé que disfruto inhalando mi vida,
exhalándola luego en algún amanecer
o quizás simplemente cuando ya me despida.
Amada ¡amada mía…! A tus pies me desplomo
dejándote la herencia más grata de mí ser:
que son mis libros donde en silencio asomo
todas mis inquietudes que dejo ya entrever.
A mis vástagos les digo, recuerden al poeta,
al amigo de siempre, a su Padre que soy...
no miren mis errores ni cierren la gaveta
escondiendo estos versos...Al decirles adiós.
Porque en ellos digo: Cuánto amo a mis hijos.
Con todo y mis afanes que quizás equivoqué,
pero ellos podrán quizá corregir esos prefijos
(y si tropiezan verán que tropecé)
No me he ido, con ustedes estoy
pero lo fatal es una puñalada que la vida nos da…,
alguna vez me equivoqué -humano si soy-
O poco amable en mi actitud. Discúlpenme en verdad,
he absuelto sus ofensas y decesos
porque soy de carne y hueso y también he fallado.
Por ello he limpiado las huellas y los besos
del daño que me hicieran y así he perdonado.
Gracias porque han leído con gusto mis poemas
sin importar el tópico en que abrazo mi pena;
la acción es fisiológica y encierra mil dilemas
donde el amor, la alegría y la tristeza forman cadenas
sé que comencé mancebo a escribir y aún escribo.
Pero ahora, en estos años que han acaecido
quiero gritar ¡gracias…! Porque aún estoy vivo…
Y dejo entre mis versos todo lo que he vivido.
No hay nada personal y no es mi testamento
sólo quiero que sepan que estoy agradecido:
Al Todo Poderoso por dejarme ser viento
y a ustedes por haberme querido.
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Sergio Jacobo “elpoetairreverente”