Creíamos en tu permanencia
en nuestras vidas por más tiempo,
los árboles grandes sólo se secan
a manos de Dios que los tala primero
y los transforma en cosas hermosas
que todavía son útiles a los hombres,
hasta que él considera que no se puede
dar más uso a su espíritu y
los quema ,
y nos lo devuelve en cenizas.
Varias veces me subI entre tus ramas
hasta que el tiempo no te dio para
seguir cargándome y tuve que ser yo al
que le ataras cuerdas y una tabla
para columpiarte en mis brazos
sin que el dolor se te escapara,
aunque nos sorprendías cuando
te echabas a correr y jugabas
a las escondidas con el cáncer.
Recargado en tu tronco me dejabas
descansar porque era tu naturaleza
noble la que proponías siempre
a cualquiera que necesitara
protegerse del calor insignificante,
comparado al que tú soportabas
con tal de darnos tu sombra.
Ahora no te ves imponente desde
afuera de la casa de Mamá,
pero el tocón que está en su patio
sigue enraizado y creciendo
hacia adentro,
en nuestros corazones.